Pablo Vasco sube a escena los jueves con "Tranquilos: no pasa nada". Reciente ganador de un Estrella de Mar, el humorista explicó en qué consiste su cuarto espectáculo y trazó un balance de su crecimiento artístico.
“Qué raro es todo”, repitió una y otra vez. “Suena a frase recontra hecha, pero la verdad es que estaba contento con la nominación”. Sorprendido por el Estrella de Mar en el rubro mejor stand up, el humorista Pablo Vasco entendió que el premio viene a reconocer el trabajo y el entrenamiento que realizó para mejorar sus performances sobre el escenario.
Este verano propone “Tranquilos: no pasa nada”, un show que sube a escena los jueves en el Teatro Provincial (a las 22 en la sala La Nona 2) y que realizará sus últimas dos funciones hoy y el jueves que viene.
“Este mi cuarto unipersonal”, contabilizó Vasco, también periodista y conductor del programa de radio matutino “Exijo una explicación” por FM Residencias. “Después de compilar todo el material me di cuenta de que trata más temas de coyuntura que aspectos personales. La realidad se va colando en cada segmento del show y hay referencias a lo marplatense también”.
Y agregó que “en trazos gruesos podría decir que habla de algunos miedos que tenemos como sociedad y las respuestas erróneas que salen de decidir con ese miedo encima, por eso elegí ese título y también hay chistes básicos, para qué voy a mentir”.
La posibilidad de montar este nuevo show en un teatro y no en bares -como marca la historia de stand up y del café concert- fue un elemento que también lo tentó. “Poder hacer lo tuyo en un lugar como La Nona 2 en el Provincial te da un plus que no hay que desaprovechar”, confió en una entrevista con LA CAPITAL.
-¿Qué balance hacés de estos años en el que indagaste en el stand up?
-Altamente positivo. Hace cinco años que decidí dedicarme seriamente a la comedia. Y desde ese momento, todo ha ido para bien, afortunadamente. Me subí a cada escenario que pude. Pude actuar en los principales festivales del género, como Ciudad Emergente o Provincia Emergente, gané el concurso AcercArte de la provincia que me permitió girar por un montón de lados y también me llevó a tomar un curso de comedia a Hollywood, una locura. Actué en el Laugh Factory de Long Beach (el club de comedia más grande de USA). El año pasado llegué a la última instancia de selección para entrar a Comedy Central, el canal de comedia más importante de Latinoamérica. No se dio, pero tuve la chance. Y dos años con nominaciones a los Estrella de Mar. Y todo (nació) contando chistecitos que se me ocurrieron en el patio de casa. No lo puedo creer.
-¿De qué cosas se nutren tus parlamentos?
-Mi material se nutre de experiencias personales y observaciones sobre lo que pasa, desde lo más pequeño a lo más global. Me gusta mucho indagar en el sinsentido de algunas cuestiones que tomamos como normales. La paternidad también me ha brindado muchísimo material. Y siempre está bueno enojarse con las injusticias. Un comediante, básicamente, es alguien enojado.
-¿Cómo marcar la diferencia en un terreno con el stand up que crece temporada a temporada?
-Con trabajo y dedicación. Con horas de escenario. Leyendo mucho. Viendo con qué herramientas se diferencian los comediantes que verdaderamente se diferencian del resto. La personalidad y la actitud con la que se sube al escenario es fundamental. No tenemos nada más que un micrófono y una botellita con agua. Muchos comediantes dan a entender que les da lo mismo estar arriba o abajo del escenario. Y eso es un error.
-¿Qué te gusta del humor?
-El humor siempre me tiró, siempre me gustó. Me enamoró de la comedia el tema de la respuesta directa. Decidí hacer ese camino. Y mi familia me recontra apoya.